Declaración de la anarquista Jean Weir en el juicio de la O.R. Lucha Revolucionária

Deseo clarificar, inmediatamente, que me encuentro aquí como una enemiga del Estado y de la sociedad. Lejos de ser una comunidad viva que comparte el bienestar social y la alegría de la vida, lo que es denominado como sociedad no es nada más que la organización aburrida de la desigualdad y la explotación mediante roles sociales y prohibiciones. La ley es la alambrada que mantiene todo en su sitio, y que ha sido asimilada hasta al punto de formar la base inconsciente del hábito diario incluso para aquellos que la aplican. Los media fabrican opiniones para mantener el consenso y la delegación de la responsabilidad individual en ese órgano de terror institucionalizado, el Estado. El Estado incluyendo a sus sujetos, se encuentra en este momento en la base de todas las relaciones sociales, incluida la de hoy en este juzgado.

He llegado a este cara a cara con el enemigo dentro de este bastión del terror de Estado porque he sido invitada por los 3 compañeros de Lucha Revolucionaria. No he venido a entablar ningún diálogo en lo que concierne a estos compañeros ni a nadie. Mi presencia aquí es un acto de solidaridad y una continuación de mi lucha como anarquista. Por lo menos, el presente procedimiento judicial ya ha descartado cualquier vestigio de estafa democrática, revelando la verdadera esencia del poder. Es imposible pasar por alto el hecho de que este juicio esta ocurriendo dentro de una prisión (el mayor crimen perpetrado por el hombre sobre el hombre) y la proximidad física del juez con el carcelero es una inusual, si no intencionada, declaración de intenciones. El juez no es nada sin el carcelero. El carcelero no es nada sin el juez. Ellos son uno y tienen las mismas responsabilidades por sus acciones. Terroristas y criminales son los servidores del Estado y del capital, y no los que luchan por sobrevivir o los que luchan contra un mundo de conflicto, guerra, pobreza y opresión.

Es en el contexto de esta lucha donde yo por primera vez que escuché sobre el anarquista Nikos Maziotis. Él se encontraba en la extrema y peligrosa fase de una huelga de hambre para reforzar su rechazo a vestir un uniforme y a tornar-se un asesino pagado por el Estado. En esos años, muchos anarquistas en Italia, donde yo vivía, habían rechazado ir a la mili, optando por ir a la cárcel en vez de juntarse a la fuerza armada que sigue dividiendo la humanidad en clases y que violentamente interviene para extinguir cualquier tentativa de liberación. Pero sobretodo, porque el servicio militar es una de las armas del Estado para construir ciudadanos-modelo despojados de personalidad, individualidad y pensamiento propio, contra la cual es necesario rebelarse y rechazar.

Yo ya estaba al corriente de la lucha anarquista, de la importancia de la lucha anarquista en Grecia, al lado de los explotados, de los estudiantes, de los conductores de buses, de los profesores, de las personas de los pueblos de Chalkidiki, etc, y había leído informes inspiradores sobre sus acciones así como de la represión del Estado en su contra. Pero ha sido Nikos Maziotis, quien sin saberlo, sería el elemento propulsor de mi venida en persona a Grecia. Fue por motivo de su juicio en 1999 que vine por primera vez a Atenas, para asistir al juzgado en solidaridad con él. Fue entonces cuando descubrí la salvaje belleza de los compañeros anarquistas griegos, su pasión por la libertad que encuentra expresión inmediata a través de mil formas y que no cesa de crecer e intensificarse, inspirando y encendiendo espíritus libres alrededor de todo el planeta. Dos cosas en particular, me impresionaron en aquella ocasión. La primera y principal, el coraje y la dignidad de Nikos Maziotis plantando cara a los perpetradores del poder y del privilegio. Su declaración en el juicio, sus afirmaciones como hombre, como individuo, como revolucionario, como anarquista, han sido hechas mirando hacia el cañón del arma sentenciadora sin ninguna preocupación por las consecuencias en términos de años que enfrentaría encerrado en una celda. Lo que él dijo ese día es un clásico de la teoría anarquista sobre la necesidad del ataque, en primera persona, al enemigo de clase y, personalmente, yo he contribuido a divulgarlo en inglés (me refiero al texto, ojalá también los ataques). Ha inspirado compañeros y rebeldes por todo el mundo. Lo que también me ha impresionado y ha afectado mi vida desde entonces ha sido la acción en solidaridad de tantos compañeros, sin mediación, sin los tabús sobre la denominada violencia que pone freno a la justa rabia de los explotados. Ellos expresaron solidaridad en su única y auténtica manifestación, continuando la lucha, el ataque consciente a las ganancias de los patrones y a los instrumentos de represión, incluso y sobre todo cuando el enemigo de clase se presentaba con toda su fuerza para proteger la propiedad y la arrogancia de los gobernantes del planeta. Cada uno con sus propios medios, cada uno con su propia responsabilidad.

La lucha armada está siendo juzgada. Los anarquistas también. Porque toda la lucha, que merezce ese nombre, debe ser armada y auto-organizada, apartada de toda la delegación en los auto-proclamados representantes del movimiento de los trabajadores que, sin ninguna vergüenza, han traicionado a éstos y han colaborado con los patrones dominando las malas pasiones de aquellos que no tienen nada que perder excepto sus cadenas. Los anarquistas están en contra de la jerarquía, y eso se aplica también a las armas usadas en la lucha. El arsenal de los anarquistas combina la idea, el concepto de libertad y la necesidad de destruir no sólo la desigualdad y la pobreza sino también y al mismo tiempo, la autoridad, la jerarquía y la obediencia. Ellos tienen la capacidad de organizarse y pasar al ataque sin líderes o liderados, y empujar a otros a hacer lo mismo. Palabras, piedras, fuego, dinamita, Molotovs, graffiti, martillos, sierras, teoría, análisis, la identificación del enemigo de clase mientras éste cambia para permanecer igual, ametralladoras, botes de spray, bazucas, son algunas de las armas para la auto-gestión del ataque. (Me he olvidado de la catapulta, la honda…) Todas se combinan en una festiva alquimia destructiva lejos de la lógica cadavérica del juicio. Aun cuando el enemigo de clase es abatido, esto es simplemente algo que se tiene que hacer y quitárnoslo de encima.

Los anarquistas abominan la ciega violencia institucionalizada del Estado con su arsenal de robots uniformados, tasers, tanques, drones (aviones no tripulados), gases venenosos, granadas de sonido, porras, botas militares, vehículos blindados, cámaras de vigilancia, helicópteros sobrevolando nuestras cabezas, juzgados, prisiones, campos de concentración, aviones bombarderos, misiles, religión institucionalizada, los media, la manipulación de la consciencia de las personas, etc. Sólo el Estado tiene el poder de enviar hombres para morir o para matar, siempre con la bendición del cura, después de haberles inculcado el patriotismo y la xenofobia desde el nacimiento. Grecia ha sido el primer país en usar napalm contra la guerrilla en la montañas. Ahora, ironía de la historia, usa gas químico importado del Estado israelí que, después de despojar a millones de palestinos de sus casas y ponerlos en campos, reclama su legitimidad debido a los 6 millones de judíos gaseados, medio siglo atrás, por otro Estado.

Los anarquistas están en contra de las prisiones incluso para sus enemigos y saben bien que cuando la presente configuración de los medios de producción sea destruida y el bienestar social pertenezca a todos, a cada uno según sus necesidades, de cada uno según sus deseos, habrá pocos motivos para luchar. El Estado hará todo para obstruir la lucha por la libertad cualquiera que sea la forma que ésta tome, use los instrumentos que use. Desde los comienzos del movimiento anarquista, alrededor de mediados del siglo XIX, los órganos del poder siempre han reaccionado con particular violencia contra los anarquistas porque el Estado, cualquier Estado, sea rojo, negro o la versión multicolor de la social democracia, no puede tolerar la libertad, sea en forma de ideas o en la acción auto-organizada de los explotados. Podría dar muchos ejemplos pero pienso que vamos cortos de tiempo por lo que voy a continuar. Y por supuesto, los anarquistas no han sido los únicos masacrados por el Estado, sino los explotados en cada intento que han hecho de auto-organizar su ataque contra la opresión, y lo hemos visto el otro día cuando, en Sudáfrica, fueron ametrallados 27 mineros en una manifestación contra las condiciones en la mina.

En el espacio de siglo y medio, el número de anarquistas que han sido encarcelados, exiliados, guillotinados, apaleados, electrocutados, torturados, asesinados en acción, ametrallados por escuadrones, brutalmente apaleados en la calle y dejados morir, empujados de ventanas de comisarias de policía o muertos en “accidentes” de tráfico, suma más de mil, y casi siempre la palabra escrita del anarquista revolucionario ha sido tan severamente castigada como la bala. Lejos de demostrar señales de penitencia o implorar misericordia, estos orgullosos luchadores han enfrentado la muerte como lo han hecho con la vida, sin miedo, con un orgulloso llanto de ¡Viva la Anarquía!, ¡Viva la Libertad! Es por eso que el delirio exterminador del Estado es una batalla ya perdida antes de su comienzo. Por cada anarquista y rebelde muerto por el Estado, miles más surgen desde la nada de lo incierto y de los indecisos. Y eso ha sido visible en este país en 2008, algo que ha inspirado a personas alrededor del mundo. Por cada segundo que un anarquista pasa en prisión, su espíritu se fortalece, se expande más allá de los muros y nutre la solidaridad que él o ella inspira.

La lucha anarquista es cualitativa y no cuantitativa. Su objetivo no es controlar y liderar las masas a la batalla ni actuar en su lugar, sino empujar los explotados y excluidos a actuar en primera persona para atacar al enemigo de clase y sus estructuras. A veces es al revés, una masiva explosión de rabia irrumpe después de que cualquier exaltado lacayo del Estado tome la ley en sus propias manos y asesine un estudiante, un alborotador, un anciano respetado en el gueto o un chico en el banlieu. Cuando los anarquistas se ponen al lado de los explotados no lo hacen como sus salvadores sino para luchar junto a ellos, para extender y ampliar el ataque, para transformar motines en insurrecciones. A veces la realidad actúa al revés, los rebeldes sobrepasan a los anarquistas en su furia destructiva. En los años recientes, en Grecia y en muchas partes del mundo, han proliferado los ataques directos a las estructuras del capital y del Estado hechos por pequeños grupos o individuos. A diferencia de los años 70 y 80, cuando el capitalismo estaba llevando a cabo una furiosa reestructuración, la cual era respondida en parte, no sólo, por grupos armados marxistas-leninistas altamente estructurados, desde los 90 el ataque de grupos anarquistas basados en la afinidad, casi siempre sin nombre o siglas, ha tomado una forma más flexible. El elemento obrerista de la lucha ha desaparecido mas o menos junto con la clase obrera industrial debido a la introducción de la robotización y de las operaciones en tiempo real gracias a la tecnología de la información, y la consecuente habilidad del capital de explotar mediante salarios de hambre en el otro lado del planeta.

El grupo armado Lucha Revolucionaria surgió en el 2003, en el momento de un delirio antiterrorista a nivel global, el cual en Grecia coincidió con la captura del grupo 17 de Noviembre al que prosiguió un verdadero delirio mediático. Al principio, sus blancos eran los símbolos de la autoridad y del Estado – la policía, la Embajada americana, el Ministerio de Economía y Trabajo, y también un intento al ministro de Orden Público (Ministro del interior) que había sido el responsable de la mejora de la represión. Ellos actuaron directamente sin necesitar la excusa de las masas para atacar al enemigo común, por su propia dignidad y coherencia. Cuando en 2008 la así llamada crisis financiera se volvió oficial junto a la responsabilidad del Estado y de las corporaciones bancarias, sus acciones cambiaron hacia objetivos relacionados con el mundo financiero, como la Bolsa de Valores, Citibank, Eurobank, etc.

Durante todo el periodo, el grupo ha publicado análisis extensivos que eran combinados con sus acciones las cuales contenían una fuerte posición de clase, incitando a la clase de los explotados a rebelarse y a atacar a los responsables. Ellos son una parte de esta nueva y compleja realidad de lucha contra el capital y el Estado, una que empuja hacia una salida revolucionaria auto-organizada. Su opción por la lucha armada, en su sentido específico, no es presentada como un fin en sí mismo, sino simplemente como una herramienta para traer a primer plano la perspectiva revolucionaria y presentar la hipótesis de la necesidad del ataque inmediato, hablando tanto al movimiento anarquista como, de manera más amplia, al movimiento de los explotados.

Los compañeros que han tomado la responsabilidad por esta organización son individuos que han sido luchadores activos en las luchas del movimiento anarquista en Grecia, en sus diferentes formas, durante décadas, y son muy conocidos en el movimiento y más allá de él. Ante los atropellos y el alarmismo de los media después de su arresto, ellos dieron la cara y reclamaron orgullosamente la organización, descriminalizándola frente al ataque terrorista de los media sobre las mentes de la población, el cual tenía como objetivo la preparación del terreno para el consenso y el apoyo a su aniquilación física y política a manos de los órganos represivos del Estado. Ellos han escrito volúmenes explicando las razones de los ataques y la necesidad de la rebelión social, particularmente en este momento en que, como en muchas otras partes de Europa y del mundo, el crimen organizado del Estado, los patrones y los bancos ha llevado a una mayor extorsión de los desposeídos, los cuales se encuentran ahora en un punto de ruptura. Su mensaje es un mensaje sobre la necesidad del ataque directo, de que el Estado y el capital no son invencibles.

Las palabras y la acciones del grupo Solidaridad Revolucionaria [interprete “eh, ¿quiere decir Lucha Revolucionaria?], del grupo Lucha Revolucionaria, (si… es la misma cosa… la solidaridad es la lucha y la lucha es solidaridad) han sido traducidos a muchas lenguas en la dimensión de la continuación y intensificación de la solidaridad revolucionaria, en la dimensión del ataque. Esto ha llevado a una variedad de acciones, desde colgar pancartas, sabotajes, ataques incendiarios a bancos y estructuras de la represión, discusiones, encuentros internacionales, publicaciones, carteles, etc, y han sido una de las recientes fuentes de inspiración para anarquistas de todos los lugares.

En tiempos en los que la vida ha sido hipotecada por el capital y se ha tornado poco más que una cuestión de contabilidad donde, todos los días, las personas son bombardeadas por los media con billones de símbolos, mientras luchan para mantenerse vivas y alimentar a sus hijos, Lucha Revolucionaria ha tenido un impacto considerable junto a aquellos que ven la crisis no como algo que tiene que ser reajustado y corregido, sino que tiene que ser enfrentado y destruido, junto al trabajo y toda la economía. La pobreza nunca será eliminada hasta que destruyamos el trabajo porque éste es la condición que obliga a las personas a pasar sus vidas haciendo trabajos destructores del alma pagados con salarios de hambre.

A miles de jóvenes alrededor del planeta, les hacen sentirse inútiles y sin esperanza debido al crecimiento del desempleo. Es tiempo de destruir el trabajo como concepto y recuperar nuestras vidas. El trabajo es un crimen, una imposición, física y ideológica, a la gran masa de los seres humanos, animales y a la misma tierra, para beneficio de un pequeño porcentaje de la glitterati, pero acreditado y defendido por toda la organización social, explotadores y explotados por igual. En palabras de Herman J. Schuurman (uno de los fundadores del Moker Groep, un grupo de jóvenes proletarios de 1923): “Queremos crear como personas libres, no trabajar como esclavos; entonces, vamos a destruir el sistema de esclavitud. El capitalismo sólo existe debido al trabajo de los obreros, entonces los vamos a sabotear y a ponerle fin. Si no estamos trabajando hacia la destrucción del capital, ¡estamos trabajando hacia la destrucción de la humanidad! No queremos ser destruidos por el capitalismo, entonces el capitalismo va a tener que ser destruido por nosotros.”

Yo no sé si los compañeros de Lucha Revolucionaria defienden la destrucción del trabajo, pero es ahí donde nos lleva la totalidad de la lucha por la destrucción de lo existente, sin compromisos ni medias tintas.