Texto de Anastasios Theófilos sobre las condiciones especiales de encierro que se planean y la reestructuración de las instituciones penitenciarias griegas.

De acuerdo con las publicaciones en prensa, el Ministro de Justicia tiene intención de plantear un proyecto de Ley ante el Parlamento, en el cual se propone un endurecimiento en el funcionamiento de las prisiones y en especial, su regulación interior en niveles graduados de control disciplinario y castigo, siguiendo una lógica que apunta por la gestión represiva de la población presa. Las cárceles, de acuerdo con los planes del ministerio, se dividirían en tres categorías. En las ya existentes penitenciarias de tipo B, se agregarían las de tipo A, las cuales alojarían los delitos de «cuello blanco» (los deudores, así como los de delitos leves), y las de tipo G, que constituirán las modernas cárceles disciplinarias.

Las cárceles de tipo G, que en esencia constituirán una «Kérkira»1 de alta tecnología, funcionarán con un código penitenciario especial y ninguno de los que estén encerrados allí tendrá derecho a permisos o a libertad condicional, las comunicaciones serán vigiladas, se controlará su contenido y podrá censurarse el mismo, el preso se mantendrá en la celda por 23 horas al día desprovisto de cualquier práctica creativa, contacto o interacción humana, condenado a la absoluta inactividad. Una cárcel dentro del la cárcel. Un tipo de encarcelamiento en contra del cual durante la década de los 90 se libraron duras luchas, cientos de presos fueron torturados y hubo decenas de huesos rotos. Un castigo de tipo medieval, mediante el cual el principal objetivo no es lo corporal, sino la amputación máxima de lo espiritual y «civilizado» del castigado.

En estas cárceles se encerrará a todos los acusados o condenados en base a la ley «anti»terrorista, miembros del crimen organizado y todos aquellos que se «sublevan organizadamente» durante su encierro. Mediante esta brutal medida, la creación de cárceles disciplinarias, y teniendo en cuenta por un lado el problema de la superpoblación y por el otro la problemática de la precariedad en la alimentación, la calefacción y la atención sanitaria, el gobierno intenta minimizar cualquier posibilidad de movilización y protesta dentro de los muros por la mejora de las condiciones de encierro, creando un fuerte terror. La posibilidad de que algún preso se encuentre en estas condiciones inhumanas influye incondicionalmente en cualquier forma de resistencia frente a las arbitrarias autoridades penitenciarias arrastrando su punto más estricto a todas las cárceles. Por otro lado, es una medida que por supuesto tiene como objetivo la exterminación de los presos políticos, en los cuales se aplicará como proyecto piloto.

Las nuevas cárceles disciplinarias de tipo G, funcionarán como los prototipos de las cárceles de EEUU, según la táctica del gobierno de introducir constantemente conocimientos represivos especializados provenientes del Estado que introdujo y aplicó por primera vez el dogma de Ley y Orden, cuya consecuencia fue el aumento de la población reclusa en las cárceles estadounidenses hasta el 1% del total de la población del país (en Grecia al igual que en el resto de Europa, el porcentaje se encuentra más o menos en el 0,15%).

No es de poca importancia que este método el cual fue utilizado por primera vez en la cárcel de Pelican Bay en California, EEUU en 1984, en un principio para «categorías especiales de presos» y posteriormente en para un espectro más amplio, haya recibido críticas tanto de organizaciones políticas y humanitarias, las cuales organizan campañas para la derogación de estos métodos, como por los mismos presos de la cárcel, los cuales luchan por el mismo objetivo. El ejemplo más cercano es la huelga de hambre de 30.000 presos en la cárcel de California en el verano de 2013 que consiguió mostrar la cuestión a nivel internacional.

Este tipo de encierro, que como media dura unos 7,5 años y que en muchos casos pasa de la década, en esencia inutiliza al preso creándole un conjunto de enfermedades psicosomáticas. Al mismo tiempo funciona como una profecía autocumplida para los partidarios de esta doctrina ya que bajo estas condiciones el preso se deshumaniza y se vuelve cada vez más violento. Las violentas rupturas que provocan en el preso estas condiciones en esencia lo condenan al círculo vicioso del castigo disciplinario, lo cual le imposibilita el poder salir de este régimen de encierro. Es demostrable que, de acuerdo con el informe de Amnistía Internacional, estas condiciones de encierro violan los acuerdos internacionales para la protección de los derechos humanos.

En el marco de un continuo, ingenuo y morboso copy-paste de las prácticas americanas, la extremaderecha camorrista de Athanasiou – Déndias, calca tal cual otra medida del país que fundó Guantánamo. Según las publicaciones en la prensa una parte del cuidado y la gestión de los presos pasará a la policía, en la que actualmente se están creando grupos policiales del tipo EKAM (GEOS), entrenados en la represión de desórdenes en las cárceles, los cuales tendrán el permiso de las autoridades para disparar armas de fuego, cuando lo consideren «necesario». El cuerpo semejante en EEUU, los grupos SERT, está caracterizado por los «delicados» escándalos en relación a sus armas que los responsabilizan de decenas de asesinatos de presos.

Al igual que el trabajo, la salud, la educación y el transporte, también el encarcelamiento se vuelve un campo que entra en el punto de mira de los ajustes del memorándum, de manera que se adapte a los nuevos términos del capital. Por un lado se endurece y por el otro de privatiza. Actualmente se transforma en el vértice de un modelo de gestión política basado en el dogma de Ley y Orden. Un modelo de gestión política que da sentido y justifica al Poder idolatrando la ley y el orden en contraposición con la desintegración y devaluación del bienestar social. Un modelo de gestión política que concentra la parte más conservadora de la sociedad y traspasa la responsabilidad de arriba a abajo, considerando que el problema social no es la pobreza en sí misma, sino la delincuencia de los pobres y queriendo decir que problemas sociales, como la pobreza, influyen negativamente sobre los sujetos y que no están conectados a la política social sino a la política de lucha contra la delincuencia.

Así como el modelo keynesiano es abandonado, la represión penal en Grecia se adapta a las condiciones de crisis sistémica generalizada, expandiendo y profundizando su rol, responsabilizándose del papel de único asegurador de la cohesión social. Por un lado se expande incluyendo parte de la destituida clase media, a los nuevos pobres y los deudores, y por otro lado profundiza aumentando la intensidad de la represión, aumentando las penas y endureciendo las condiciones de encierro a su «tradicional» público, de encerrados y delincuentes. El encarcelamiento y la represión se convierten sucesivamente en la única respuesta para los problemas que deberían considerarse sociales, sustituyendo al Estado de bienestar. La cárcel se vuelve la única solución y su papel es ya el de acoger a todos los que no consiguieron hacer frente al actual ajuste capitalista y a las nuevas condiciones de vida que plantean los memorándums.

Por lo tanto de esta manera, la reestructuración de las cárceles y de la represión hacia un mayor endurecimiento no concierne sólo a activistas políticos y delincuentes. No es una cuestión simplemente de sensibilidad elemental y humanidad si una sociedad deja a su parte más delicada, los presos, presa de los planes de los dos ministros siameses con tono Napoleónico. Concierne a todos aquellos que ven su fuerza laboral degradada y por ello quedan expuestos a una cada vez más estricta represión penal. La actual gestión política basada en el dogma de Ley y Orden se ha provisto de formas de castigo más leves, con los brazaletes-GPS, y los penales de encierro tipo A, para incluir bajo control directo de la represión penal una gran gama social, que hasta hace poco –mientras funcionaba el modelo keynesiano– se consideraban privilegiados.

La reestructuración de las cárceles que emprenden en común el Ministerio de Justicia y el de Orden Público (Interior), prevé ser el tiro de gracia a una sociedad que se arrastra bajo la pobreza y los memorándums, ya que el endurecimiento hasta el límite de lo inhumano que se va a imponer, se unirá con la extensión de su pobreza social.

La cárcel es una institución vergonzosa para la humanidad. Una institución que será derrocada junto con la transformación revolucionaria de la sociedad. Junto con la superación de la organización social que tiene necesidad de tan salvaje institución. Sin embargo hasta entonces se da por supuesto que existe la necesidad de los ajustes, pero no naturalmente hacia una mayor brutalidad sino hacia algo más humano.

Por supuesto que las cárceles en Grecia tienen problemas, por supuesto que son vergonzosas incluso para las mismas cárceles. El problema en las cárceles griegas no es que cada dos años se realiza una fuga, sino que miles de personas son amontonadas como ratones, desnutridas, desprovistas de agua y de calefacción. El problema en las cárceles griegas es la especulación por medio de los elevados costes de las llamadas telefónicas y de los materiales de primera necesidad. El problema es la imposibilidad de visitas regulares debido a que la mayoría de las cárceles son construidas cientos de kilómetros alejadas de los centros urbanos y cientos de metros de zonas habitadas.

El problema es que no existe previsión de un lugar para visitas privadas entre cónyuges como ocurre incluso hasta en países tercermundistas. El problema es que en el año 2014 se les prohíbe a los presos el acceso a internet.

El problema es que una gran parte de los presos se encuentra en la cárcel sin pruebas, simplemente en base al monstruoso-artículo 187 sobre organizaciones criminales. El problema es que cientos de presos son privados de permisos de salida a los que tienen derecho porque existen fiscales y directores de prisiones cagados de miedo, incluso aunque el porcentaje de violación de permisos de salida en las cárceles griegas se encuentra entre los más bajos a nivel mundial. Existen millones de problemas en las cárceles griegas y seguramente cualquier inexistente forma de «indulgencia», de una manera u otra, no es uno de ellos.

Cárcel de Domokó 11/03/2014